Hoy cuando fui a recoger a Gus a la escuela, me dijo la maestra que teníamos una tarea; hacer una calavera literaria. Y recordé mi época en la escuela.
Fue un flash back y al mismo tiempo un dejá vú. Pues se me vino a la mente el color amarillo de las flores de cempoaxóchitl en los campos, su olor impregnado en la ofrenda que mi abuela suele poner a sus "difuntitos". El copal, mole, arroz de leche, calaveras de dulce.
Me senté frente al monitor y la inspiración fluyó...
Cuando las hojas de octubre bailan en las calles, el aroma se inunda de copal, las campanas anuncian la próxima llegada de las ánimas benditas que los días lunes por su cooperación han de pasar.
Cempoaxóchitl en los campos y en las entradas vamos a encontrar
Las casuelas de barro no hay que olvidar comprar
Se acerca la ofrenda que llenará estómagos de nuestros difuntos
Retratos empolvados hay que limpiar
Me recuerda mi abuela que no debemos olvidar al “chamuco”
“A él hay que dejarle también o se llevará la comida de nuestros difuntitos”.
Ya huele el arroz de leche, el dulce de calabaza ya está en el altar
Junto con el mole con pollo y claro, el tequila y mezcal.
Ahí viene la calavera con su mezcal
Celebrando que las capulinas enfrascaron
Pues a la maestra Chela le picaron sin piedad.
Fomentemos la lectura a nuestros pequeños
Pues la biblioteca del Kinder pronto lista estará
Cooperemos todos, no hay que olvidar.
La calaca la inauguración está esperando
Con música y un toquín
Esperemos no haya políticos invitados
Porque luego se dan de escobasos
Y Mode con Antonina corajes harán
Porque no tendrán con que trabajar.
Salgamos niños del Estanislao a pedir calavera
Enseñemos que aquí no hay Halloween
Pues todos deben cantar:
“Mi calavera tiene hambre, no tiene un hueso por ay’, no se la acaben todos, dejenme la mitad, taco con chile, taco con sal, mi calavera quiere cenar”.